miércoles, febrero 14, 2007

Cómo se formó la Luna...

THEIA Y LA TIERRA: CUANDO LOS MUNDOS CHOCAN
Publicado por Carlos el 11/02/07

La presencia de la Luna orbitando en torno a la Tierra es una fortuna en múltiples sentidos. El más importante es evidentemente en que tiene relación con la aparición de la vida sobre la Tierra, al menos en la forma que la conocemos. Empecemos por el principio, cuando hace unos 4.500 millones de años el impacto entre la proto-Tierra y Theia dio lugar a la Luna.

Nada más producirse el impacto, gran parte de uno de los hemisferios de la proto-Tierra fue arrancado y lanzado al espacio. Los fragmentos resultantes se distribuyeron en forma de brazo espiral, parte del cual vuelve a caer sobre la Tierra a las pocas horas. El impacto resultante fue prácticamente tan violento como el original, y elevó la temperatura superficial a más de 2000º K.

El material que permanece en órbita empezó a aglutinarse en un disco en torno a la Tierra, pero dicho disco no era estable como los anillos de un gigante gaseoso. Dicha inestabilidad le hizo generar ondas de choque, y atraer material de órbitas más bajas. En un proceso extraordinariamente corto (un siglo a lo sumo) la Luna nace a partir de estos escombros orbitales.

Además de la creación de la Luna, el impacto tuvo un efecto inmediato sobre el planeta: la estabilización del eje de rotación en su posición actual. El periodo de rotación era en aquél entonces mucho más corto que el actual: sólo de unas 6 horas, lo que producía grandes corrientes de aire huracanado, similares a las que tienen lugar en Júpiter o Saturno.

La Luna -que inicialmente estaba mucho más cerca que ahora, concretamente en torno a una décima parte de la distancia actual- fue responsable de diferentes fenómenos gracias a las fuerzas de marea que ocasionaba sobre el planeta.

En primer lugar, estas fuerzas provocaban fracturas en la corteza terrestre, por las que se proyectaban a la atmósfera los gases y el vapor de agua que darían lugar a la atmósfera primordial bajo la que surgiría la vida (la proto-Tierra también tenía su atmósfera lógicamente, pero todo indica que con una composición distinta). Los océanos que comenzaron a formarse estaban sujetos también a gigantescas mareas (mil veces mayores que las actuales, ya que su intensidad depende del inverso del cubo de la distancia) cada seis horas.

La erosión provocada por las fracturas en la corteza y el arrastre de estas mareas resultó en una especie de “efecto coctelera”, mezclando numerosos elementos químicos con el agua de los océanos, y dando lugar a la sopa primordial.

En segundo lugar, estas fuerzas de marea comenzaron a robar momento angular a la rotación de la Tierra. De resultas de esto, la rotación empezó a hacerse cada vez más lenta, lo que implica que la Luna se alejaba cada vez más, de modo que se conservara el momento angular total del sistema Tierra-Luna. El que los días se hicieran más largos atemperó las corrientes de aire en la superficie, haciéndolo más hospitalario para la vida (al menos en su forma actual), y facilitando su eventual colonización. Durante todo este proceso, La Luna también sufrió los efectos de las fuerzas de marea, y su rotación se bloqueó gravitatoriamente hasta igualar el periodo de traslación en torno a la Tierra. Por este motivo, la Luna siempre muestra la misma cara hacia nosotros.

Impresiona considerar que todo lo anterior se produjo gracias a la existencia de Theia, y a que su órbita tenía unas características precisas que propiciaron una colisión del tipo descrito. Si a esto le añadimos la presencia de Júpiter, que actúa de escudo protector ante meteoritos y cometas, podemos considerarnos muy afortunados de estar aquí.

¿O es sólo el principio antrópico en acción?

Fuente: http://singularidad.wordpress.com/2007/02/11/theia-y-la-tierra-cuando-los-mundos-chocan/

PisosBuscadorBajar ManualesAnunciosLibros Ciencia