martes, febrero 06, 2007

La paranoia sobre el calentamiento global...

En entrevista dominguera a un medio nacional, el científico chileno, Tito Urenda, desmitifica la catastrófica situación sobre el calentamiento global.
Hoy, en
www.atinachile.cl el bloggista Nisako Nipongo, realiza interesantes reflexiones sumándose a equilibrar esta temática:
“LAS CAUSAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL, ¿UNA REALIDAD O UN SÍNTOMA DEL CALENTAMIENTO DE ALGUNAS MENTES PARANOICAS?
Voy a comenzar diciendo que a mi edad suelo ser bastante menos crédulo y timorato que cuando joven y que, por mi formación jesuítica (de colegio, no de convicción o de práctica) y ejercicio intelectual, nunca me trago algo sin antes saber cómo se hizo, quién lo hizo y para qué se hizo. Además, voy a correr el riesgo de ser -como tan siúticamente se afirma hoy-"políticamente incorrecto".
En el asunto que nos ocupa, la declaración de la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU, afirmando que las causas del cambio climático, en particular el calentamiento global, se debía “muy probablemente a la acción del hombre” me hizo pensar y poner atención a lo que, en el fondo se afirma en ella, porque decir “muy probablemente” está lejos de ser una aseveración contundente y definitiva.
Veamos. Un grupo de 500 científicos se reúne en París para debatir el tema y pese a que por diferentes medios se le ha hecho creer al público que el informe está basado en un consenso científico, lo cierto es que es lo contrario: no hay consenso sobre la importancia que tenga la contribución humana al efecto invernadero. En efecto, una reciente encuesta realizada entre los profesionales del ambiente en Estados Unidos registró los siguientes resultados:
• el 34 por ciento no está de acuerdo con que el calentamiento global sea un problema serio al que se enfrente el planeta;
• el 41 por ciento no está de acuerdo con la afirmación de que el calentamiento "puede atribuirse, en gran medida, a la actividad humana";
• el 33 por ciento no está de acuerdo con que el esfuerzo del Gobierno de los Estados Unidos para reducir el efecto invernadero sea insuficiente; y
• el 47 por ciento, no está de acuerdo con que acuerdos internacionales como el protocolo de Kioto constituya un instrumento eficaz para combatir el calentamiento global.
A ello hay que sumar cuatro declaraciones públicas firmadas por miles de científicos que expresan sus dudas sobre la relevancia del papel del hombre en el cambio climático y/o critican el uso político de la ciencia por parte de ciertas instituciones. Es el caso de la Declaración de Leipzig, con que concluyó el Simposio Internacional sobre la Controversia en torno al Efecto Invernadero, que dice, entre otras cosas, que "las bases científicas del tratado sobre el clima global de 1992 son erróneas y que su objetivo no es realista". Por otro lado, la Declaración de los Científicos Atmosféricos sobre el Efecto Invernadero concluyó que "estamos preocupados porque los activistas, ansiosos por detener el crecimiento de la energía y de la economía, estén impulsando políticas drásticas sin tener en cuenta los cambios recientes en la ciencia subyacente. Nos tememos que esta carreta para imponer regulaciones globales tendrá impactos catastróficos en la economía mundial, en el trabajo, en los niveles de vida y en la salud, las consecuencias más graves cayendo sobre los países en desarrollo y en los más pobres".
A estas declaraciones le siguen dos: las de Heidelberg y la de Oregón. La primera fue firmada por más de 4.000 científicos, entre los que se incluyen 74 premios Nobel, y la segunda por más de 10.000 científicos. La Declaración de Heidelberg concluye que "los mayores males que acechan a nuestra Tierra son la ignorancia y la opresión, y no la ciencia, la tecnología y la industria, cuyos instrumentos cuando son adecuadamente gestionados, son herramientas indispensables para un futuro modelado por la humanidad, por sí misma y para sí misma, para que sobrelleve los problemas importantes, como la superpoblación, el hambre y las enfermedades extendidas por todo el mundo". La Declaración de Oregón, por su parte, señala, entre otras cosas, que "el acuerdo propuesto tendría efectos muy negativos sobre la tecnología de todas las naciones del mundo; especialmente de aquellas naciones que están en la actualidad intentando salir de la pobreza y ofrecer oportunidades a los 4.000 millones de personas que viven en países tecnológicamente subdesarrollados".
Es un hecho irredargüible que la Tierra ha tenido múltiples eras climáticas en toda su existencia y que ninguna de ellas puede ser atribuida a la acción del hombre. En los tiempos de Aníbal el Grande, por ejemplo, los Alpes no contenían ni una sola mota de nieve y esta circunstancia fue lo que le permitió ingresar con sus elefantes para atacar a Roma por donde menos lo esperaba el Imperio; hace 10.000 el Sahara era un pletórico bosque subtropical y la Antártida, lo mismo; desde la mitad del siglo XIV a la mitad del siglo XIX hubo una Pequeña Edad de Hielo, la cual puso fin a una era extraordinariamente calurosa llamada óptimo climático medioeval. Más información pueden encontrarla en este
interesante artículo, que pretende desnudar algunos fraudes a los que se nos intenta someter.
Y como he notado que hay una tendencia a tergiversar lo dicho, aclaro que no estoy afirmando que el calentamiento global no exista o que no debamos preocuparnos de cuidar el ambiente o el medio, como quieran llamarlo (el ambiente o el medio, porque decir el “medio ambiente” es como decir “domingos dominicales”, o sea una caricaturesca redundancia), sino únicamente que los cambios climáticos tiene otra explicación y otras causas, distintas a las que se nos quiere hacer creer.
Recuerdo que hace algunos años se pronosticó que el SIDA se convertiría en una pandemia que terminaría, casi, por exterminar la raza humana y vemos hoy que – sin desconocer lo grave del contagio – el virus ha sido la causa de muchas menos muertes que las causadas por guerras y accidentes automovilísticos. El cáncer, incluso, mata más personas que el SIDA. En esa época, un periodista español denunció que tras las apocalípticas predicciones se encontraban los grandes laboratorios, que solicitaban urgentes y jugosos recursos estatales para encontrar un remedio al desastre que se nos venía encima; se les dieron los recursos y después de ¡¡¡ más de 20 años !!!, ¿qué solución hay? Ninguna, absolutamente ninguna, sólo atenuantes……….. y caros, muuuuuuy caros.
Por tanto, respecto del calentamiento global, me temo lo mismo: numerosas instituciones y organizaciones ambientalistas solicitando generosos recursos para sus fines, sin dar ninguna solución definitiva, puesto que el día que la den………… ¡¡¡ se acabaron dichos recursos y se acabaron dichas instituciones y organizaciones !!! Después de todo, la paranoia es un síntoma de los tiempos que corren y cada cierto tiempo aparece uno que otro iluminado anunciando que el fin del mundo está cerca y la parusía se nos viene encima.
Sin embargo, de algo sí podemos estar seguros: la histeria actual sobre el calentamiento global, con las apocalípticas profecías de derretimiento de los casquetes polares, inundación de las zonas costeras y desertificación de las tierras fértiles, no está ayudando para nada a que la gente comprenda cuáles son las reales y complejas fuerzas que dan forma al clima terrestre y sin comprensión no hay entendimiento y sin entendimiento no hay educación”.
blog de Nisako Nipongo

Fuente: http://www.atinachile.cl/node/21642

PisosBuscadorBajar ManualesAnunciosLibros Ciencia