Formación Inicial y Desempeño Profesional I
Reflexiones iniciales sobre la Formación inicial y el desempeño profesional (Borrador)
Carlos Calvo, 2 Junio 2004
• Resulta obvio afirmar que la formación inicial de los profesores debe garantizar la calidad de su futuro desempeño profesional.
• Sin embargo, lo obvio ha sido marginado del campo escolar, aunque se mantiene en el mundo educativo, por lo que es necesario diferenciar a ambos procesos.
• El proceso educativo consiste en crear relaciones posibles, mientras que
• El proceso escolar consiste en repetir relaciones preestablecidas.
• Si se trata de educar a un futuro profesional debemos establecer los medios para que pueda crear relaciones posibles; si, por el contrario, escolarizamos su formación, bastará con repetir relaciones preestablecidas.
• Es indispensable bosquejar el territorio por el que se deambulará y los mapas que se usarán para orientar el viaje, los que no tienen que ser rígidos pero si diversos.
• Sin embargo, si el proceso es educativo se enfatizará la exploración del territorio, con todas las aventuras y riesgos que traerá consigo; si, por el contrario, el proceso es escolar los mapas que representan los territorios predominarán.
• En cada caso, la complejidad es enorme; sin embargo, en el caso del territorio la complejidad tiene menos posibilidades de convertirse en complicación gracias al asombro que depara lo desconocido, que obliga a redefinir criterios constantemente.
• Por el contrario, si de mapas se trata las codificaciones empleadas no siempre son descodificables en el territorio, provocando complicaciones de todo tipo.
• El proceso de formación educativa requiere establecer criterios capaces de sustentar decisiones de todo tipo, a veces coherentes y otras contradictorias, puesto que ningún proceso es lineal, excepto aquellos en los cuales se disimulan las contradicciones y se simulan relaciones aparentemente coherentes.
• Por el contrario, si el proceso es escolar los criterios se inferirán de los prerrequisitos normativos del deber ser escolar que implica la coherencia y linealidad formal del proceso, apoyada por reglamentos ad hoc y sanciones que garantizan la fluidez del proceso, tal como sucede con las planificaciones y calendarizaciones escolares. Su coherencia es perfecta, a condición de no atisbar en sus procesos internos y en las tensiones que provoca en los actores.
• A medida que se explora el territorio cada caminante va generando criterios orientadores, que pone a prueba constantemente y sin esfuerzos evaluativos desmedidos. Simplemente se deja fluir por la aventura con sus emociones y riesgos para reafirmarlos o redefinirlos. Si se extravía buscará como orientarse. Si se pierde porque no encuentra criterios orientadores, el educador que lo acompaña, ni muy cerca para inhibirlo, ni muy lejos para angustiarlo, le sugerirá algunas pistas a explorar hasta que él mismo encuentre el camino.
• En la media que camina y se extravía –condición indispensable- irá haciendo ciencia de la experiencia. Mientras camina, no hay teoría que anticipe a la práctica ni práctica que desconozca a la teoría, entretejiéndose en rizomas cada vez más complejos y extraordinarios.
• Gracias a los cuales, el transeúnte estimula su inevitable propensión a aprender, junto con desenvolver sus cualidades educadoras adormecidas, gracias a un proceso que va principalmente, pero no de manera exclusiva, de adentro hacia fuera y, secundariamente, pero de manera complementaria y no prescindible, de afuera hacia adentro.
• Este proceso se enraíza en la subjetividad plena del sujeto sin simulaciones de objetividad pretendida, pero no lograda por inalcanzable.
• El desenvolvimiento y crecimiento del educador se realiza en contextos históricos, axiológicos y políticos cotidianos, cambiantes, diversos, ambiguos, inciertos, contradictorios, entre otras características generadoras de incertidumbre, antes que de certezas, a partir de los cuales cobran sentido y son confrontados los conocimientos, destrezas, valores que aprenderá y desaprenderá.
• El proceso implica la equivocación como elemento constitutivo intrínseco e insoslayable porque tiene que ver con “posibilidades de ser” o “tendencias a”, más que con hechos definitivos e inamovibles.
• El proceso se autoorganiza caóticamente desde lo que puede ser, antes que desde lo que debe ser
• El que se educa como educador se inclinará por sorprenderse ante lo cotidiano porque aprenderá a hacerlo misterioso. En ese sentido, es una persona inocente, pero no ingenua, que al ensimismarse se abre a las posibilidades de ser que le manifiestan los procesos cotidianos.
• El que solo se instruye se cierra ante las posibilidades doblegado por los imperativos del deber ser, se expresen a través de reglamentos, programas, etc. En este sentido, será un inflexible y reaccionario que rechazará lo nuevo por considerarlo atentatorio de lo antiguo y lo antiguo será el dogma que lo orienta.
• También rechazará al sentido común porque se confundirá por la polisemia de sus sugerencias dado que sugieren diferentes posibilidades de cursos de acción y no una respuesta unívoca para cada situación.
• Gracias al sentido común el que se educa no temerá la existencia de relaciones paradojales, tales como la de saber / ignorancia.
• En síntesis, propongo formar un educador que comprenda que enseñar es asombrar con el misterio y confundir con amor. Mientras que aprender es avanzar en el develamiento amoroso del misterio, gracias a la creación de relaciones inéditas, todas posibles, algunas probables, pero ninguna pre-establecida.
Fuente:DISOÑANDO LA EDUCACION Y LA ESCUELA
La educación como proceso de creación de relaciones posibles
http://carloscalvo.blogspirit.com/
Dr. Carlos Calvo, Departamento de Educación, Universidad de La Serena, Chile
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