domingo, noviembre 13, 2005

Diseño del lenguaje

Noam Chomsky escribió:

Es difícil considerar sin importantes reservas una petición de predicciones para el siglo que comienza. El historial de las predicciones sobre los asuntos humanos no ha sido alentador, ni siquiera a corto plazo, o en lo que se refiere a las ciencias. Con la excepción de unas pocas áreas, nuestra comprensión es superficial, y algunos factores cruciales (como la voluntad humana) están fuera de nuestro alcance. Quizá la predicción más plausible sea que cualquier pronóstico sobre cuestiones importantes probablemente errará, y si acierta será por casualidad.

Una pregunta que tal vez pueda responderse en este siglo es si los seres humanos son una especia de mutación letal. Nuestra especie ha surgido en el último parpadeo del ojo evolutivo y ha alcanzado ya la capacidad de destruirse a sí misma (y muchas otras cosas) utilizando medios que van desde las armas de destrucción masiva a las catástrofes ambientales. Quizá encuentre formas de frenar sus impulsos autodestructivos y de enfrentarse a lo que pueden ser problemas ominosos. Nuestras perspectivas no suscitarían entusiasmo en un espectador marciano racional.

Si la primera pregunta queda sin respuesta, que es lo que cabe esperar con realismo, se abren temas de investigación fascinantes para las generaciones venideras. Por continuar con la pregunta de si somos una especie de mutación letal: ¿por qué se plantea específicamente en el caso del ser humano? ¿Qué propiedades de esta curiosa especie explican su lugar inusual en el orden biológico? Con esto volvemos a preguntas acerca de las facultades mentales humanas superiores, sobre las que comprendemos poco. No es sorprendente: preguntas parecidas son difíciles de responder incluso en el caso de los insectos. Durante la era moderna, ha sido –o debería de haber sido- una verdad obvia que “las capacidades de sentimiento, percepción y pensamiento” son propiedades de “un determinado sistema organizado de la materia”, que las propiedades “denominadas mentales” son “el resultado (de la) estructura orgánica” del cerebro y “del sistema nervioso humano” en general (Joseph Priestley). Pero en este momento sigue siendo tan enigmático como hace 200 años de dónde surgen esas propiedades “denominadas mentales”. Puede que algunas preguntas puedan responderse mediante investigaciones que sólo un Mengele llevaría a cabo. El actual progreso tecnológico podrá posiblemente ayudar a superar algunas de las barreras éticas con experimentaciones no invasivas. Se han hecho afirmaciones de un optimismo considerable, pero los datos que se han aportado son limitados.

Caben pocas dudas de que la facultad del lenguaje humano es uno de los elementos clave de la naturaleza humana específica. En este ámbito se han aprendido muchas cosas recientemente, las suficientes para al menos plantear, a veces responder parcialmente, preguntas que difícilmente podrían considerarse hace sólo unos pocos años. Por tanto, cabe pensar que podrá mostrarse que los lenguajes humanos son deducibles de principios de una dotación biológica (esencialmente) compartida al establecer valores para opciones de variación determinadas, por ejemplo, para el lugar de un verbo en una frase. Esto tiene importantes implicaciones, que se están explorando fructíferamente, respecto al estudio de la adquisición, uso y discapacitación lingüística, así como, potencialmente, para las ciencias del cerebro.

Trabajos recientes sugieren posibilidades de mayor alcance. Las condiciones mínimas para el uso del lenguaje son que proporciones los medios para expresar los pensamientos que tenemos con el aparato sensoriomotor del que disponemos. Una posibilidad de gran alcance es que, en aspectos no triviales, la facultad del lenguaje se acerque a una solución óptima que satisfaga estas especificaciones mínimas de diseño (considerando la “optimalidad” en términos computacionales naturales). De ser así, esto abriría vías interesantes para el estudio de la comprensión neuronal y quizá también para la investigación ulterior del papel crítico que las leyes físicas y las propiedades matemáticas de los sistemas complejos desempeñan para constreñir el “canal” en el que actúa la selección natural.

Lo que parece indicar el trabajo sobre el diseño óptimo del lenguaje es que este último podría ser más similar a la aparición de estructuras matemáticas naturales bien conocidas, como las cubiertas de los virus o los copos de nieve, que a la situación en la que la presa y el depredador van haciéndose más rápidos para lograr escapar o para cazarse el uno al otro. Cuando el cerebro alcanzó un estado determinado, algún pequeño cambio pudo desencadenar una reorganización de su estructura que incluyó una facultad lingüística (razonablemente bien diseñada). Tal vez.

Estas especulaciones no carecen totalmente de base. Si tienen cierto grado de validez deberían contribuir en particular a mejorar la comprensión de la naturaleza humana fundamental, aunque de un modo que no podemos predecir con certeza alguna. Sin embargo están aún muy lejos de los problemas clásicos que siguen siendo tan misteriosos como siempre, como por ejemplo los problemas de la voluntad y la facultad de elegir: quizá descubramos que es así por razones que arraigan en nuestra naturaleza cognitiva, una conclusión que no debería sorprender en exceso a quienes dan por supuesto que los seres humanos son parte del mundo orgánico.

Lecturas complementarias:
Sitio web oficial de Noam Chomsky
Textos de Chomsky
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