lunes, diciembre 28, 2009

After Schools: qué hacer después de clases...

AFTER SCHOOLS: UNA ESCUELA DESPUES DE LA ESCUELA

Por Cristina Espinoza/La Nación

Pocos colegios ofrecen en Chile talleres extraprogramáticos -algunos ni siquiera han implantado la jornada escolar completa-, generando un riesgo social para escolares que vagan sin destino en sus barrios después de salir de la escuela. Pero algunas exitosas iniciativas reafirman la necesidad de hacer de esta práctica una política pública.
Diego (12 años) está en sexto básico en un colegio municipalizado de Peñalolén, sale a la una de la tarde y queda libre para volver a su casa en la población Lo Hermida, donde sus opciones son quedarse en la casa aburrido o salir a la calle, donde no encontrará, precisamente, diversión. Es la realidad de muchos niños en todo el país, hijos de padres que trabajan todo el día y que no pueden ofrecerles alternativas de recreación seguras.

Diego tiene la suerte de asistir todas las tardes a los talleres de la Fundación Cristo Joven, donde hasta las ocho de la noche puede hacer deportes, reforzar materias del colegio e ir a clases de música. Entró hace dos años y aprendió a tocar guitarra, “yo no sabía nada de guitarra y llegué aquí y aprendí altiro”, dice. Hace cinco meses es parte del grupo La Mansa Orquesta que se presenta en actos e inauguraciones. Nadie lo saca de ahí.

Cristo Joven nació junto a la comunidad de Lo Hermida -con la toma del terreno hace 35 años-, a raíz de la demanda por espacios de protección para los niños del sector. Desde 1991 funciona como una corporación educacional que ofrece protección a niños y jóvenes (entre 6 meses y 18 años). “Trabajamos con los chiquillos desde la sala cuna para prevenir situaciones de riesgo”, señala Justo Valdés, director de la institución.

Con sala cuna, jardín infantil, programa de cuidado infantil y de prevención comunitaria, en Cristo Joven mantienen a 400 niños y adolescentes, seleccionados entre quienes más lo necesitan, pues la demanda es alta.

Los niños comienzan a llegar a la una de la tarde y se quedan acá hasta las ocho, aunque hay programas que atienden hasta las 5 ó 6 de la tarde.

AFTER SCHOOL

Al igual que en Santiago, las calles de Nueva York, en EEUU, pueden ser muy peligrosas para un niño. En la ciudad, las clases acaban a las 14:30, y los niños de estratos sociales inferiores no tienen la posibilidad de que sus padres les paguen un curso de ballet o música. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en Chile, en EEUU el gobierno y muchos privados han decidido intervenir y apoyan programas para estudiantes after school (después de clases). Desde fines de los noventa es parte del sistema educacional.

Mark Levine, director ejecutivo del Center for After School Excellence, de Nueva York, visitó Chile para contar cómo funciona la iniciativa en su país. Sólo en Nueva York, la organización The After School Corporation (TASC) apoya a más de 250 programas y ofrece asistencia técnica a otras ciudades. “En EEUU esta idea es muy popular, muchas ciudades están creando programas parecidos al de Nueva York”, sostiene.

Deportes, artes, ciencia, matemáticas, lectura, danza, yoga, entre otras, son las alternativas gratuitas dictadas en el mismo establecimiento después de clases. “A diferencia de lo que he visto en Chile, casi todos los programas (en EEUU) están dentro de los colegios. No hay alquiler, luz, ni nada y tiene la ventaja de crear vínculos entre los profesores y el personal de after school para coordinar currículos”, sostiene.

“En EEUU hay grandes diferencias entre lo que están logrando los niños ricos comparado con los pobres. Los papás de los niños ricos les pagan clases de francés, ballet, modelaje, informática, pero los pobres no pueden disfrutar de lo mismo. Esto es una forma de ayudar a los menos afortunados a progresar”, asegura.

Según Levine, tras la implementación del after school en la ciudad, los niños asisten más a los colegios, tienen mejor actitud hacia el aprendizaje y aumenta la tasa de graduados, pero además se notan otros resultados relativos a lo social y emocional.

EN CHILE

Invitado por la Municipalidad de Peñalolén, Levine visitó las iniciativas chilenas y se sorprendió por las similitudes.

Conoció Cristo Joven, Fundación Manos y Naturaleza y la Casa del Amor Misericordioso, de Peñalolén, y Mi Club Domingo Savio, de La Granja, fundaciones que llevan entre 20 y 35 años acogiendo niños después de clases.

Manos y Naturaleza surgió hace 24 años y ya cuentan con dos casas (en población Galvarino y La Faena) que reciben alrededor de 100 niños. Mónica Kopmann, su directora, cuenta que su metodología es formativa, una especie de “escuela después de la escuela”, donde se ofrecen talleres para niños y jóvenes desde los 5 a los 20 años. La idea es acompañarlos en todo su proceso de formación, con talleres de distinta índole. “Tenemos talleres con papás, de autocrecimiento, informática y en el colegio, cada profesor jefe debe conocer al tío tutor”, dice Kopmann.

Entre sus “egresados” tiene desde detectives hasta abogados, de hecho, Aída Arau (37), directora de la casa central, participó en los talleres desde los 11 años, estudió teatro, pero regresó a la fundación. “A nosotros nos cambió la vida. Nunca pensé que iba a llegar a la universidad, que iba a ser actriz. Sin Manos y Naturaleza no podríamos ser ni las tres cuartas partes de lo que somos”, dice Aída.

Lo mismo le pasó a Paloma (23), que llegó a los 2 años al jardín de Cristo Vive y hoy volvió para ejercer como parvularia. “Todos lo integrantes de acá son parte de mi historia, gente que siempre me incentivó que hay otras opciones de vida para mí”, sostiene.

“El objetivo es darle oportunidades a los niños para que tengan mejor desarrollo en cuanto a lo intelectual, artístico, es educación integral la que ofrecemos, ayudarlos a descubrir sus talentos, porque no por el hecho de ser pobres, no pueden”, sostiene Olga Díaz, directora de Mi Club Domingo Savio, de La Granja, que también funciona como after school. Llevan más de 28 años como fundación y ocho como club, donde ofrecen talleres a más de 50 niños de entre 5 y 16 años.

POLÍTICA PÚBLICA

El Ministerio de Educación no tiene programas de after school para establecimientos públicos -los colegios privados sí tienen y algunos los cobran aparte-, pero a través de Junaeb ofrecen campamentos de invierno y verano y algunos talleres, pero no en todo el país.

“Yo creo que está cristalizando la necesidad, hay muchos temas detrás de esto, está la seguridad pública, la integración laboral de las mujeres, educación, la protección de los derechos del niño, ya hay experiencias piloto, ahora nos toca a las autoridades públicas lanzarnos al agua”, señala Claudio Orrego, alcalde de Peñalolén.

Todos los directores de estos centros concuerdan que estos programas deben convertirse en política pública.

Fuente: http://www.lanacion.cl/

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