Solitario en el camino
La vida es como una gran carrera en bicicleta, cuya meta es cumplir la leyenda personal: aquello que, según los antiguos alquimistas, es nuestra verdadera misión en la Tierra.
En la línea de partida estamos juntos, compartiendo camaradería y entusiasmo.
Pero, a medida que la carrera se desarrolla, la alegría inicial cede lugar a los verdaderos desafíos: el cansancio, la monotonía, las dudas sobre la propia capacidad. Nos damos cuenta de que algunos amigos ya desistieron en el fondo de sus corazones; aún siguen corriendo, pero es porque no pueden parar en medio de la pista.
Este grupo se va haciendo cada vez más numeroso, con todos pedaleando al lado del coche que acompañan, donde conversan entre sí y cumplen con sus obligaciones, pero olvidan las bellezas y desafíos del camino.
Nosotros terminamos por distanciarnos de ellos y entonces estamos obligados a enfrentar la soledad, las sorpresas de las curvas desconocidas, los problemas que pueda crearnos la bicicleta. En un momento dado, después de algunas caídas sin que haya nadie cerca para ayudarnos, terminamos por preguntarnos si vale la pena tanto esfuerzo. Sí, vale. Se trata sólo de no desistir.
Para superar los obstáculos necesitamos necesitamos cuatro fuerzas invisibles: amor, muerte, poder y tiempo.
Así, en nuestra solitaria carrera en bicicleta, tenemos que actuar como si el tiempo no existiera, hacer lo posible para valorizar cada segundo, descansar cuando sea necesario, pero continuar siempre en dirección a la luz divina, sin dejarnos afectar por los momentos de angustia.
Estas cuatro fuerzas no pueden ser tratadas como problemas a ser resueltos, ya que están fuera de cualquier control. Tenemos que aceptarlas y dejar que nos enseñen lo que necesitamos aprender.
Vivimos en un universo que es al mismo tiempo lo suficientemente gigantesco como para rodearnos y lo bastante pequeño como para caber en nuestro corazón. Mientras pedaleamos en dirección a nuestra meta, es siempre importante preguntar: "¿Qué hay de bueno en el día de hoy?" El sol puede estar brillando, pero si la lluvia estuviera cayendo, es importante recordar que eso también significa que las nubes negras se habrán disuelto en breve. Las nubes se disuelven, pero el sol permanece inmutable y no pasa nunca.
En los momentos de soledad es importante recordar eso.
Finalmente, cuando las cosas llegan a ponerse muy difíciles, no podemos olvidar que todo el mundo ya pasó por eso, independientemente de raza, color, situación social, creencias o cultura.
Adaptado de Paulo Coelho
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home